Biibliodiversidad

Cada 21 de septiembre, el Día de la Bibliodiversidad nos invita a reflexionar sobre la riqueza de la producción editorial en su dimensión más profunda: la posibilidad de que convivan, circulen y dialoguen múltiples voces, lenguas, géneros, estéticas, perspectivas y saberes. En un mundo editorial cada vez más concentrado, donde unas pocas corporaciones deciden qué se publica, cómo y para quién, la bibliodiversidad no es una consigna romántica, sino una condición necesaria para la salud cultural de nuestras sociedades.

Los sellos universitarios, y en particular los que integran la Red de Editoriales de Universidades Nacionales (REUN), tienen un papel clave en esa construcción. Desde hace décadas, y de manera sostenida, estas editoriales públicas vienen sosteniendo una producción bibliodiversa, que no responde a las lógicas del mercado, sino a las del conocimiento, la memoria, la formación, la crítica y la imaginación.

Pero esa diversidad no se agota en los temas o en los formatos. En el caso argentino, adquiere un matiz fundamental: su anclaje territorial. Las editoriales universitarias están distribuidas a lo largo y ancho del país, y su producción refleja esa multiplicidad de realidades, debates y experiencias locales. Cada libro publicado en Jujuy, en la Patagonia, en Cuyo, en el Litoral o en el conurbano bonaerense, trae consigo una perspectiva situada, una mirada desde el territorio, una forma particular de entender lo común.


Las editoriales universitarias están distribuidas a lo largo y ancho del país,
y su producción refleja esa multiplicidad de realidades, debates y experiencias locales.


La bibliodiversidad, en este sentido, no es solo una cuestión de variedad temática o de estilos editoriales, sino también de federalismo cultural. Es una forma de contrarrestar la centralización histórica del sistema editorial argentino, promoviendo una circulación del conocimiento que no vaya del centro a la periferia, sino que reconozca múltiples centros y múltiples periferias. Y eso es exactamente lo que hacen los integrantes de la REUN: sostener, desde lo público, un proyecto colectivo de edición que garantice que las voces universitarias —y las voces sociales, comunitarias, artísticas, científicas y políticas que las atraviesan— tengan lugar en el mapa editorial.

En las últimas ediciones del boletín de la REUN, esta bibliodiversidad se hizo visible en la variedad de títulos compartidos. Desde Aborto y Misoprostol: historia de una pastilla de Natacha Mateo (UNR Editora), que reconstruye la trama social y feminista detrás de la lucha por el aborto seguro, hasta Británicos, indígenas y árabes de Mariana Espinosa (Eduvim), que abre una ventana a la diversidad religiosa e intercultural del Noroeste argentino, los catálogos universitarios muestran que la edición pública no se limita a reproducir saberes, sino que los enraíza en problemáticas urgentes y territorios concretos.


Una edición universitaria comprometida con la pluralidad como una política sostenida. Una pluralidad que se expresa en qué se publica, pero también en cómo y con quién: en los modos de trabajo colaborativos, en los  catálogos que buscan construir bienes comunes.


También lo confirman obras como Identidades, comunidades y plataformas coordinado por Luis Sandoval y Marta Bianchi (EDUPatagonia), donde la vida digital se estudia desde la Patagonia Central, y Los actos de memoria de María Itatí Rodríguez (UNaM), que indaga en cómo las efemérides escolares en Misiones construyen sentidos de nación en un espacio fronterizo. A su vez, Mujeres y dictadura compilado por Rulli, Torres Molina y Zanfardini (UNRN) recupera testimonios de mujeres patagónicas en dictadura, ampliando el campo de la memoria desde una perspectiva feminista, mientras que Manual de tecnoutopías argentinas de Guillermo Jorge (UNGS) revela la otra cara de la ciencia nacional: delirios, fracasos e invenciones excéntricas que también forman parte de nuestra cultura.

En todos los casos, se trata de una edición universitaria comprometida con la pluralidad, no como un gesto ocasional, sino como una política sostenida. Una pluralidad que se expresa en qué se publica, pero también en cómo y con quién: en los modos de trabajo colaborativos, en la articulación con cátedras, centros de investigación, colectivos culturales y organizaciones sociales, en la construcción de catálogos que no buscan competir por el best seller, sino construir bienes comunes.

En un tiempo donde los entornos digitales tienden a uniformar consumos, donde los algoritmos refuerzan lo que ya se conoce y donde la concentración editorial reduce la oferta real, los sellos universitarios ofrecen una alternativa: un espacio donde la edición sigue siendo un acto de cuidado, de mediación y de compromiso con la palabra.

Por eso, desde la REUN celebramos el Día de la Bibliodiversidad reafirmando nuestro compromiso con una edición pública, territorial, plural y crítica. Una edición que defienda no solo qué se publica, sino desde dónde se publica y para quiénes.